Electromac

En diciembre de 1946, el ingeniero Jakob Richartz fundó Electromac S.A. Un año después, en 1947, la empresa inauguró su sede en Buenos Aires y comenzó sus operaciones comerciales, enfocándose en la reventa de motores y otros materiales eléctricos importados, así como en la planificación y ejecución de instalaciones eléctricas industriales.

Para reducir la dependencia de las importaciones, en 1949 la empresa decidió fabricar sus propios motores eléctricos. Con este objetivo, adquirieron un terreno en Empalme Lobos. La construcción de la fábrica comenzó en 1950 y se completó en 1951.

Una de las etapas más emblemáticas de Electromac fue la llegada de los primeros técnicos provenientes de Alemania. Los siete primeros técnicos y sus familias arribaron a Buenos Aires el 6 de enero de 1952, siendo alojados en el Hotel Viena, ubicado en la calle Lavalle, un lugar cargado de historia, ya que en ese mismo hotel se hospedaron los oficiales del acorazado Admiral Graf Spee antes de su hundimiento en el Río de la Plata en 1939. Estos primeros técnicos, entre los que se encontraba el Ing. Eugen Spiess, fueron esenciales para la puesta en marcha de la planta y el inicio de la producción en Electromac. Posteriormente, en una segunda etapa, llegaron otros técnicos como Horst Günther y Josef Rieger, cuyos hijos también se integraron a la comunidad de Lobos.

Aunque los técnicos de las primeras etapas eran originarios de localidades cercanas a Stuttgart, tales como Fellbach, Vahingen y Reutlingen, la empresa vivió un proceso de adaptación tanto en lo técnico como en lo social, formando una comunidad que dejó una huella importante en la historia de la empresa y en la región.

En 1952, se entregaron los primeros motores fabricados en Lobos, siguiendo tanto normas europeas como locales. Para 1954, la fábrica ya operaba a plena capacidad de producción, y en 1959, el número de empleados alcanzó las 200 personas.

En sus primeros años, la producción estuvo bajo la dirección del Ing. Jakob Richartz, quien fue propietario de la empresa, y con el apoyo de figuras clave como los jefes de fábrica ingeniero Eugen Spiess, Ing. Wank e ingeniero Walter Müller. En 1960, Electromac firmó un acuerdo de licencia con la empresa Siemens A.G. para fabricar motores y generadores bajo la marca Siemens. Entre 1969 y 1972, la producción de la fábrica se duplicó, manteniendo el mismo nivel de excelencia, con la participación de gerentes como ingeniero Wundrack y contador Juan Delsanto, y jefes de fábrica como el ingeniero Pöppert y el ingeniero Klentak. Esto permitió que se realizaron importantes inversiones en edificios, maquinaria y viviendas. Además, se instaló un moderno campo de ensayos y se adquirieron cuatro manzanas adicionales junto a la fábrica para futuras expansiones.

Durante este período, la producción creció y se consolidó, siguiendo los lineamientos establecidos por Siemens en Núremberg, cuya cadena de suministro enviaba planos y cálculos que eran adaptados a las necesidades locales de los clientes de Electromac. En algunos casos, Siemens enviaba especialistas a la planta de Electromac o, cuando no era posible, se enviaba a técnicos locales a Alemania y España para capacitación, en cuyo caso recibían la visita de especialistas extranjeros.

A lo largo de los años, Electromac brindó empleo directo a aproximadamente 650 familias, y su influencia fue aún mayor, ya que la empresa generaba trabajo indirecto para diversas empresas y talleres locales y regionales. Además, la relación de la empresa con sus empleados fue cercana y cálida, ya que organizaba celebraciones anuales como el "Día del Metalúrgico", coordinado por el sindicato de la Unión Obrera Metalúrgica, y la despedida de fin de año, que era organizada por la propia empresa. En los primeros años, después del balance anual, también se organizaban reuniones para el personal superior y sus familias.

La fábrica creó una Escuela de Habla Alemana en 1958 y más tarde, el Club Atlético Electromac. La Colonia de Electromac, ubicada en la quinta comprendidas por Mastropietro, De Cavo, y 251 tenía una pileta de natación, espacio para diversas actividades deportivas y para comer.

Participaron en competencias interclubes, obteniendo destacados resultados en natación y otros deportes. También realizaron un mini campeonato en Lobos. Todo esto fue posible gracias al trabajo conjunto de la empresa, el club, padres, profesores y alumnos, promoviendo el bienestar y desarrollo de los niños bajo el lema que ha guiado a la colonia durante sus años de vigencia:

"Enséñame a ser obediente a las reglas del juego.

Enséñame a no proferir ni recibir elogios inmerecidos.

Enséñame a ganar, si me fuera posible, pero si no puedo...

Enséñame, sobre todo, a perder."

Tal era la importancia de Electromac que sus motores fueron usados por YPF, otras grandes empresas e incluso produjo motores para la Central Nuclear Atucha II, adaptándose a estrictos estándares de calidad mediante mejoras en materiales, procesos y capacitación. Esto benefició tanto los equipos entregados como su producción general.

Hacia 1986 el complejo fabril cubría 13.600 metros cuadrados. Producía motores y generadores por un total de 20.000 caballos de fuerza por mes, y tenía un personal de 400 empleados. Sin embargo, con la venta de la empresa a Sergio Tasselli, la producción comenzó a decaer, lo que reflejó el panorama desafiante para la industria nacional frente a la competencia de países como China e India.

Hoy en día, la industria de motores eléctricos en Argentina enfrenta desafíos similares a los de su época de mayor esplendor, y la competencia extranjera sigue siendo un obstáculo para muchas empresas locales. Sin embargo, el legado de Electromac perdura como un ejemplo de crecimiento, innovación y compromiso con la industria nacional.

Electromac en plena jornada laboral, circa 1978. Foto: Siemens Historical Institute.